Esta región, que abarca cuatro provincias, posee características naturales inigualables, principalmente por la diversidad paisajística que ofrece, y que comprende una cantidad significativa de montañas, parques nacionales, lagos, ríos, glaciares, bosques milenarios y volcanes, además de un archipiélago de singular atractivo conformado por una gran isla y un conjunto de islas menores. Se trata de un escenario de particular belleza natural y cuyo trasfondo cultural posee ricos elementos etnográficos e históricos, principalmente derivados de las manifestaciones del pueblo huilliche (mapuche del sur), la herencia española, los aportes hechos por los colonos chilotes y el impulso que le dio a la zona la colonización realizada –a mediados del siglo XIX– por inmigrantes europeos, principalmente venidos de Alemania. Las condiciones naturales que ofrece el territorio son extremadamente adecuadas para que el viajero obtenga de ellas una amplia satisfacción, traducida en el gozo que significan para su espíritu. Esta oferta apunta en definitiva a los sentidos, a la emoción y a la capacidad de asombro del viajero. Es una propuesta que se aferra a lo propio y distintivo, a lo que hoy escasea, a una naturaleza virgen, que está ahí para ser experimentada a plenitud y que en otra parte no se encuentra, al menos en la diversidad y contundencia que presentan sus paisajes. Un destino ideal para el viajero que busca la naturaleza escasamente intervenida y en estado puro –ésa que le es esquiva y desconocida en el lugar donde vive. Y eso es en el fondo lo que ofrece la Región de Los Lagos: que la contemplen, recorran, descubran, se conmuevan y aventuren en ella. Ofrece, en fin, un relato que se construye no de las adjetivaciones ampulosas sobre sus atributos escénicos (comprensibles por lo demás) sino a partir de las propias emociones y experiencias que el viajero va alcanzando en ese recorrido íntimo que establece con la naturaleza, la gente y las actividades que hace en torno a ellos. La Región de Los Lagos posee extraordinarias condiciones para hacer lo que se denomina turismo aventura, que a grandes rasgos implica que el viajero desarrolla actividades físicas en un entorno natural, en donde obtiene una experiencia gratificante, se involucra con el lugar y comparte con la cultura local. Es un turismo que apunta a la sustentabilidad y en el que debe prevalecer un compromiso tácito del viajero de plasmar los diversos intereses específicos en esta materia, cuidando de intervenir lo menos posible el entorno natural que lo acoge, su ecosistema y biodiversidad. Es un turismo limpio que requiere plena conciencia ecológica, y se basa sobre una serie de bondades naturales que presentan los lugares y que coinciden para practicar en ellos diversas modalidades de actividad física; algunas con mayor grado de esfuerzo, técnica y riesgo, y otras más pausadas y austeras en términos del despliegue físico y las emociones que conllevan. Y estas condiciones, sin duda, están representadas por una naturaleza indómita de monumental belleza, donde empinadas laderas boscosas se elevan abruptamente desde el borde costero hacia sinuosas montañas cubiertas de tupido verde y cordones cordilleranos, cuyas alturas y cimas extienden grandes planchas de nieve y hielo. Están representadas en todos los parques nacionales y áreas protegidas que existen en la zona, que en su totalidad abarcan riquísimos hábitats: bosque valdiviano, bosque norpatagónico, borde del bosque-matorral, bosque ribereño, turberas y pomponales, litoral y barrancos. Una biodiversidad expresiva y que reúne una vegetación nativa conformada, entre otros, por olivillos, coigües, ulmos, canelos, alerces, cipreses, tepus, mañíos, arrayanes, y en la que se distinguen especies animales tales como el zorro de Darwin, el pudú, el huillín, el concón, el pájaro carpintero, la güiña, la ranita de Darwin, el chucao, el monito del monte y el huemul. Hablamos entonces de un territorio que tiene mucho para ser recorrido, muchísimo. O, en el caso de quienes viajan en él para desarrollar intereses especiales en contacto con la naturaleza, un territorio que ofrece posibilidades ilimitadas, como muy pocos en el mundo. Sería absurdo circunscribir, por ejemplo, el trekking y el senderismo a determinadas áreas, pues las cuatro provincias de la región constituyen en sí mismas una referencia magnífica en esta materia. Los senderos y caminos se abren en torno a valles, bosques, lagos, ríos, volcanes y glaciares en rutas que transitan y conectan estos diversos ambientes que, mirados desde cierta altura, muestran una panorámica sin igual.

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